Hace tiempo existía un reino en el que todos los habitantes eran gobernados por cuatro hermanos, a los que se les conocía como los "Reyes Supremos". El mayor de los cuatros era un hombre llamado Juan Pedro. Era un hombre bajito de pelo canoso. Vestía siempre con ropa de marca y adecuada a su estilo de vida. Este hombre era una buena persona, pero había veces en las que aburría a sus habitantes con sus lagos discursos.
Las otras tres hermanas tenían la misma edad. A pesar de su parentesco, las tres eran totalmente diferentes, tanto por el físico como por su personalidad. Eleonor eran una mujer de estatura media, de pelo oscuro y de cara poco agraciada. Su apariencia cambiaba según el día, es decir, no siempre vestía con la ropa adecuada a su clase social, sino que en ocasiones vestía como una simple campesina. Eleonor estaba embarazada de un hombre de otro reino que la dejó plantada en el altar. Siempre había sido una mujer de pocas palabras, pero desde ese día ya no hablaba con nadie. Los habitantes del reino estaban cansados de ella, ya que en los anuncios del reino no se enteraban de nada de lo que Eleonor hablaba.
Clarisa era otra de las hermanas. Era una mujer alta, de pelo castaño y con algunos defectos visibles en su físico. Al contrario que su hermana, Clarisa procuraba vestirse siempre con ropas de marca para destacar su clase social. Lo que Clarisa no parecía entender era que sus vestidos y su ropa llamaban mucho la atención sobre los demás habitantes del reino. A pesar de lo bien que comunicaba los anuncios importantes a los habitantes, su orgullo había creado un mal ambiente en algunos grupos de campesinos del reino.
La última hermana era Catherin. De estatura media, pelo castaño, más claro que su hermana Clarisa, era la hermana mas bella de las tres. Catherin vestía siempre elegante y sin llamar la atención. Al contrario que sus hermanas, se había ganado el afecto de todos los habitantes del reino y era respetada por todos. Sus anuncios ante el pueblo se entendían perfectamente gracias a su don de palabras y a su calidez.
La actividad del reino se dividía entre los campesinos. Cada campesino tenía las mismas funciones que los demás, con la diferencia de que cada campesino tenía su propia parcela y cultivaban diferentes productos. La tranquilidad invadía el reino y todos los habitantes tenían una amistad grande y fuerte. Pero como en todos los reinos, la armonía no duró mucho.
CONTINUARA...
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